Frases y más de "La Biblioteca de la Medianoche"

 Querer (...) es una palabra muy curiosa. Querer implica carencia. A veces, si llenamos esa carencia con alguna cosa, el deseo original desaparece por completo. Quizá tu problema no es lo que quieres, sino aquello de lo que careces. 63p


A veces los arrepentimientos no tienen ninguna base. Algunas veces son simplemente… (...) fake news. Una puñetera patraña de las de toda la vida. 67p


(...) a veces la única manera de aprender es vivir. 67p


No infravalores nunca la gran importancia de las cosas pequeñas. 84p


«Quizá no estaba seguro de lo que me interesaba realmente, pero, en todo caso, estaba completamente seguro de lo que no me interesaba» 145p


«Si me tiene que ocurrir algo, quiero estar ahí para verlo» 145p


Es como si te hubieras pasado la vida diciendo cosas que realmente no piensas. 147p


«Todas las cosas buenas son libres y salvajes» 153p


(...) no hay ningún camino fácil. Hay caminos, punto. (...) Dedicamos tanto tiempo a desear que nuestras vidas sean distintas, a compararnos con otras personas, con otras versiones de nosotros mismos… Cuando realmente todas las vidas tienen cierto grado de cosas buenas y cierto grado de cosas malas. (...) La vida sigue una serie de patrones… O de ritmos. Cuando nos sentimos atrapados en una única vida es muy fácil imaginar todas las tristezas, las tragedias, los fracasos y los miedos que pueblan esa existencia en particular. Pero todo lo malo es un producto derivado de la vida, en cierto sentido. No es la vida, sin más. Lo que quiero decir es que las cosas nos serían mucho más fáciles si entendiéramos que ningún estilo de vida nos inmuniza contra el drama. Ninguno. La tristeza es intrínseca a la felicidad, es uno de los hilos del tejido de la felicidad, por decirlo así. Por supuesto, todas estas cosas se presentan en distinto grado y cantidad. Pero no existe ninguna vida en la que podamos sentirnos felices para siempre. Imaginar lo contrario solo consigue hacernos más infelices en la vida que nos ha tocado vivir. 168p


(...) la partida no termina hasta que ha terminado. Y no ha terminado mientras haya un único peón sobre el tablero acompañando al rey. 176p


(...) lo más ordinario a nuestros ojos puede terminar siendo lo que nos lleve a la victoria. Tienes que seguir adelante. 176p



Pero te comprometiste (...) Y sobreviviste. 178p


Ningún jugador debe rendirse si le quedan aún piezas sobre el tablero. 180p


(...) en el instante en que mueves una pieza, todo cambia. Las cosas empiezan a volverse caóticas. Y el caos crece con cada movimiento que haces. 181p


(...) no hay una manera correcta de jugar, por cierto, sino muchas. En el ajedrez, como en la vida, la posibilidad está en la base de todo. Cada esperanza, cada sueño, cada arrepentimiento, cada momento vivido. 182p


Quizá la compasión era, también, el cimiento de la vida. 184p


Descubrió que enmendar cosas que uno creía haber hecho mal equivalía, en realidad, a cumplir deseos. Tenía a su disposición casi todas las vidas que pudiera vivir, en un mismo universo. 197p


Pero es que ahora has vuelto a perder el rumbo mientras buscabas tu rumbo. Lo cual es estar muy perdida. 203p


No tienes que entender la vida. Tienes que vivirla. Nada más. 203p


Sólo conocemos lo que percibimos. Todo lo que experimentamos es, en última instancia, lo que nuestra percepción interpreta. «No es el objeto que uno mira lo importante, sino lo que ve en él». 204p


Cuando nos preocupamos por cosas que no conocemos, como el futuro, por ejemplo, es buena idea acordarnos de cosas que sí conocemos. 210p


No necesitaba un viñedo ni un atardecer californiano para ser feliz. Ni siquiera necesitaba una casa grande y una familia perfecta. Solo necesitaba potencial. Ella, de ser algo, era potencial. 249p


«La vida empieza al otro lado de la desesperación» 254p


Supo que lo conseguiría únicamente siendo un ser humano que orbitase sus propios objetivos y propósitos y que respondiese ante sí misma. 262p






Capítulos completos


Expectación
136p


Nora siempre había tenido problemas para aceptarse a sí misma. Desde que tenía memoria, creyó que ella no tenía suficiente que aportar. Sus padres, ambos aquejados de inseguridades propias, habían alentado esa visión de sí misma.

Trató de imaginarse cómo habría sido aceptarse a sí misma completamente. Todos los errores que había cometido. Todas las marcas que habían quedado en su cuerpo. Todos los sueños que no había cumplido y todos los dolores que había sentido. Todos los deseos y anhelos reprimidos.

Se imaginó aceptando todo aquello de la misma manera que aceptaba la naturaleza que la rodeaba. De la manera que aceptaba el glaciar, el frailecillo o el salto de una ballena.

Se imaginó a sí misma como otro maravilloso fenómeno natural. Otro animal sintiente, haciéndolo lo mejor que podía.

Así fue capaz de imaginar lo que significaba ser libre.





Algo que he aprendido (Firmado: una don nadie que lo ha sido todo)


255p


Es fácil dolerse por las vidas que no vivimos. Es fácil desear haber desarrollado otros talentos o haber dicho que sí a otras ofertas. Es fácil desear haber trabajado más, amado mejor, gestionado nuestro dinero más astutamente, haber caído mejor a la gente, no haber abandonado un grupo de música, haber vivido en Australia, haber dicho que sí a ese café o haber hecho más puñetero yoga.


No cuesta ningún esfuerzo echar de menos a los amigos que no hicimos en el trabajo, a las parejas con que no nos casamos o a los hijos que no tuvimos. No es difícil verse a través del cristal por el que miran otras personas y desear ser todas las caleidoscópicas versiones que estas buscan en nosotros. Es fácil arrepentirse y lamentarse, y hacerlo una y otra vez, hasta el infinito, hasta que se nos termine el tiempo.


Sin embargo, el auténtico problema no son las vidas que lamentamos no vivir. El problema es ese lamento. El arrepentimiento en sí. Es el arrepentimiento lo que nos entristece y nos marchita, lo que nos hace sentirnos nuestro peor enemigo y el peor enemigo también de los demás.


Es imposible saber si esas otras versiones de nosotras mismas habrían sido mejores o peores. Esas vidas están sucediendo en otro lugar, eso es así, pero también tu vida está sucediendo. Y este es el suceso en que debemos centrarnos.


Desde luego, no podemos visitar todos los lugares ni conocer a todas las personas ni desempeñar todos los trabajos, pero tenemos a nuestra disposición en nuestra vida casi todas las cosas que podríamos sentir en cualquier otra vida. No tenemos que jugar a todos los juegos del mundo para sentir lo que es la victoria; no tenemos que oír todas las piezas musicales del mundo para entender la música. No tenemos que probar todas las variedades de uva del planeta para conocer los placeres del vino. El amor, la risa, el miedo y el dolor son divisas universales.


Lo único que tenemos que hacer es cerrar los ojos y paladear la bebida que tenemos ante nosotros; escuchar la canción que alguien toca para nosotros en directo. Estamos tan plena y radicalmente vivos como en cualquier otra vida y tenemos acceso a exactamente el mismo espectro emocional.


Solo necesitamos ser una persona.


Solo necesitamos experimentar una existencia.


No tenemos que hacerlo todo a fin de ser todo. Porque ya somos todo. Ya somos infinitas. Mientras estamos vivas, contenemos todo un futuro de variopintas posibilidades.


Seamos, así pues, amables y cariñosas con las personas con las que compartimos nuestra existencia. Levantemos de vez en cuando la mirada del lugar que ocupamos, porque, dondequiera que sea que nos situemos, el cielo se extiende hasta el infinito por encima de nuestras cabezas.


Ayer yo sabía que no tenía futuro y me era imposible aceptar la vida como es hoy. Y, sin embargo, hoy, esta misma vida caótica me parece preñada de esperanza. De potencial.


Lo imposible, supongo, ocurre viviendo.


¿Esquivaré en mi vida, milagrosamente, el dolor, la desesperanza, la pérdida, el desamor, las penurias, la soledad, la depresión? No.


Pero ¿quiero vivir?


Sí. Sí, desde luego.


Mil veces sí.

Comentarios

  1. llego a la conclusión de que no había querido poner fin a su vida raíz porque fuese desgraciada, sino porque había llegado a convencerse de que no había manera de dejar atrás esa desgracia. P/255
    Pensó en su vida raíz y se dio cuenta de que el problema fundamental, lo que la había hecho tan vulnerable, era en realidad, la ausencia de amor. P/293

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